sábado, 15 de abril de 2017

Diario de una Nancy de los 70












Querido diario:
¡Estoy fascinada! ¡Hoy he conocido a la mujer más guapa del mundo! Desde que la ví quedé maravillada por su belleza y todavía siento que ando sin tocar el suelo, creo que voy a quedar embelesada viva a perpetuidad. Tengo que contártelo.
Ella es… es… cómo te diría yo,… ¡perfecta! ¡solo perfecta! Es alta, delgada, pero no delgada como la María del Mar, esa niña del bloque tan chivata y blancucha como la leche que siempre se pone a lloriquear, no. Ella es delgada y bronceada, atlética, elástica, tiene unos ojos azules enormes y una sonrisa luminosa que le llena toda la cara y lo mejor de todo, pero lo mejor de todo, es su pelo. ¡Oh, su pelo! ¡Su pelo es sencillamente divino! Tiene una frondosa melena rubia peinada a capas que caen como una cascada derramándose sobre sus hombros, capas que parecen tener vida propia porque, haga lo que haga, siempre vuelven a caer con gracia alborotada y en el mismo lugar donde estaban enmarcando su hermoso rostro. Y se mueven, te digo que se mueven, porque esta mujer tan guapísima tiene un trabajo bastante ajetreado.
Se llama Jill, Jill Munroe, y es detective privado.
Mi Jill es muy valiente porque hoy se ha enfrentado con toda una banda de mafiosos a los que ha dejado k. o. de dos patadas y unas cuantas llaves de kárate, y todo esto con los tacones puestos. Bueno, ella y sus dos compañeras, Sabrina y Kelly. Y las tres juntas se llaman Los ángeles de Charlie, Charlie es su jefe, y les da misiones que ellas tienen que cumplir, y nosotras vemos sus aventuras por la tele, porque Los ángeles de Charlie es la serie favorita de la Eva y de la Elena, que hoy me he enterado.
Fue tan inesperado, porque estábamos jugando las cuatro juntas tan tranquilas, es decir, la Elena, la Eva, la Nancy de la Elena y yo cuando, de repente, la Eva ha gritado: “¡que son las siete, que ya son las siete! ¡corre!” y han salido las dos disparadas como un cohete y se han sentado en el sofá delante de la tele, y allí se han quedado, petrificadas y sin pestañear toda la hora que ha durado el capítulo, pero vamos, en la misma postura en la que se sentaron al principio, que no movieron ni medio dedo, y en silencio reverencial, yo creo que ni respiraban no se les fuera a escapar algún detalle. Como si no hubiera niñas. Lo mismo.
Eso sí, fue acabar la serie y las dos saltaron del sofá y se pusieron a imitar las patadas y golpes de las tres detectives, tan emocionadas estaban que se les hizo chico el salón y decidieron irse a la calle a jugar a Los ángeles de Charlie, que además ya era la hora de la fresca y llevaban toda la tarde encerradas. Así, cogieron sus bolsos, sus pistolas y sus Nancys, o sea, nosotras, y a la calle. Sí, has leído bien, sus pistolas. Estas niñas, que son muy apañadas y concienzudas, se han hecho todo el kit de la perfecta detective privado, y en sus bolsos llevan la credencial, o el carnet, como dicen ellas, que es un cartoncito de esos ondulados que vienen dentro de la caja del jarabe para la tos para que no se rompa la botella, y que ellas lo han recortado y le han pintado como si tuviera su foto y han escrito sus nombres: Eva-Jill y Elena-Sabrina, cada una con el nombre de su favorita; llevan también la cámara de fotos para retratar a los sospechosos, solo que como es de juguete y queda un poco ridículo cuando sale el muñequito ese con la lengua fuera, ellas hacen como que le dan al botoncito pero no le dan de verdad, así es más digno; gafas de sol y pañuelo de cabeza, para cuando tienen que disfrazarse, y pistolas, sí, pistolas de agua ¡cargadas!
Nada más salir identificaron rápidamente a los sospechosos y se pusieron a seguirlos sigilosamente escondiéndose por entre los coches aparcados en la acera. Los sospechosos eran dos, un señor de pelo blanco con guayabera azul clarito y una señora gordita con el pelo cardado, que caminaba tomada del brazo del señor con una mano y llevaba un abanico de flores en la otra con el que se abanicaba sin parar porque todavía hacía calor. Mucha pinta de criminales no tenían, la verdad. Caminaban muy relajados por la acera mientras, escondidas tras un coche, la Elena les sacaba una foto para su posterior identificación y la Eva les apuntaba con la pistola de agua cubriendo a la Elena, por si ellos se daban cuenta y atacaban. Y sí, se dieron cuenta, porque como todavía era temprano no había nadie más en la calle por lo que la persecución era muy evidente, y también porque ellas los siguieron disfrazadas con el pañuelo y las gafas caminando detrás de ellos, como tres pasos por detrás, después los pasaron corriendo y los esperaron escondidas en la esquina asomando sus cabecitas con lo que ellas creían que era disimulo, después, cuando ellos llegaron a la esquina, salieron las dos corriendo y gritando y la Eva-Jill se estampó contra una farola por correr mirando hacia atrás, que la farola sonó como la campana de la catedral, se oyó en toda la calle el campanazo, momento en que los sospechosos caminaron apresuradamente hacia ellas con cara de preocupación, yo creo que era para ver si la Eva estaba bien o se había abierto la cabeza con el farolazo, pero ellas se escaparon corriendo mientras gritaban “¡corre, que nos pillan!”, y el matrimonio las miraba con cara de extrañeza. Una vez ellas comprobaron que la Eva-Jill no estaba herida, retomaron su misión y empezaron a caminar a la par de ellos por la acera de enfrente, sin dejar de mirarlos y de sacarles fotos y apuntarles con la pistola. Como te digo, se dieron cuenta, y ahora eran ellos los que no paraban de mirarlas a ellas y la señora las apuntaba con el abanico mientras le hablaba a su marido. Y así hasta que llegaron al bar de los Hermanos Campos y se sentaron a tomar algo y la Eva-Jill y la Elena-Sabrina no pudieron seguir siguiéndolos, valga la redundancia. Intentaron sentarse en la mesa de al lado y grabar la conversación con un micrófono en forma de chapa de botella de Fanta que la Elena-Sabrina tenía en su bolso, pero el camarero las echó y no las dejó ocupar una mesa porque no iban a consumir. Los del bar Hermanos Campos son muy enrollados y siempre dejan que los niños del barrio se sienten a jugar en las mesas de la terraza cuando no hay gente, pero era la hora punta en que empezaban a llegar los clientes, así que no pudo ser.
         Se fueron un poco cabizbajas, pero pronto encontraron nuevos sospechosos a los que seguir, porque la calle empezó a llenarse de gente, y salieron más niños a jugar y ya, como eran muchos, decidieron que mejor jugaban a Los hombres de Harrelson, y aquello ya fue una locura y un griterío de persecuciones y carreras para todos lados y chorritos de agua de sus pistolas volando de un lado a otro, que acabaron todos empapados. Lo pasamos muy bien.
         La Eva ama a Jill, como yo, es su favorita y quiere dejarse el pelo crecer para peinárselo como ella, aunque la Maribel la hace rabiar y le dice que su pelo es muy fino y que nunca podrá moldeárselo así, que no se le va a quedar, que a ella se le caerá lacio por la cara, fijo, y la Eva se deprime. A la Maribel la que más le gusta es Kelly, que también tiene el pelo largo y es muy guapa, pero un poco sosa e inexpresiva para mi gusto, no como la explosiva Jill.
Por cierto que la Maribel dice que Jill no es detective privado, sino actriz, y que en la vida real no se llama Jill, sino Farrah, Farrah Fawcett. Qué nombre tan raro, ni sé como se pronuncia.
La verdad me da igual, para mí siempre será Jill. Mi Jill.

2 comentarios:

  1. Mi Angel favorito no era Jill, sino Kelly, pero entiendo que a una Nancy rubia le ipresionara Farrah, que era impresionante, para qué negarlo. Luego los Ángeles cinematográficos no les llegaron ni a los tacones, hay que reconocerlo :-)
    Besos.

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  2. Las opiniones estaban muy divididas entre Jill y Kelly, eran siempre las dos favoritas, Sabrina no era tan guapa. Los cinematográficos nunca los vi, creo que mi subconsciente nunca los reconoció como Ángeles de Charly. Besos y gracias por tu comentario.

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