Querido diario:
¡Estoy
fascinada! ¡Hoy he conocido a la mujer más guapa del mundo! Desde que la ví
quedé maravillada por su belleza y todavía siento que ando sin tocar el suelo, creo
que voy a quedar embelesada viva a perpetuidad. Tengo que contártelo.
Ella
es… es… cómo te diría yo,… ¡perfecta! ¡solo perfecta! Es alta, delgada, pero no
delgada como la María del Mar, esa niña del bloque tan chivata y blancucha como
la leche que siempre se pone a lloriquear, no. Ella es delgada y bronceada,
atlética, elástica, tiene unos ojos azules enormes y una sonrisa luminosa que
le llena toda la cara y lo mejor de todo, pero lo mejor de todo, es su pelo.
¡Oh, su pelo! ¡Su pelo es sencillamente divino! Tiene una frondosa melena rubia
peinada a capas que caen como una cascada derramándose sobre sus hombros, capas
que parecen tener vida propia porque, haga lo que haga, siempre vuelven a caer
con gracia alborotada y en el mismo lugar donde estaban enmarcando su hermoso
rostro. Y se mueven, te digo que se mueven, porque esta mujer tan guapísima
tiene un trabajo bastante ajetreado.
Se llama Jill, Jill Munroe, y es
detective privado.
Mi
Jill es muy valiente porque hoy se ha enfrentado con toda una banda de mafiosos
a los que ha dejado k. o. de dos patadas y unas cuantas llaves de kárate, y
todo esto con los tacones puestos. Bueno, ella y sus dos compañeras, Sabrina y
Kelly. Y las tres juntas se llaman Los ángeles de Charlie, Charlie es su jefe,
y les da misiones que ellas tienen que cumplir, y nosotras vemos sus aventuras
por la tele, porque Los ángeles de Charlie es la serie favorita de la Eva y de
la Elena, que hoy me he enterado.
Fue
tan inesperado, porque estábamos jugando las cuatro juntas tan tranquilas, es
decir, la Elena, la Eva, la Nancy de la Elena y yo cuando, de repente, la Eva
ha gritado: “¡que son las siete, que ya son las siete! ¡corre!” y han salido
las dos disparadas como un cohete y se han sentado en el sofá delante de la
tele, y allí se han quedado, petrificadas y sin pestañear toda la hora que ha
durado el capítulo, pero vamos, en la misma postura en la que se sentaron al
principio, que no movieron ni medio dedo, y en silencio reverencial, yo creo
que ni respiraban no se les fuera a escapar algún detalle. Como si no hubiera
niñas. Lo mismo.
Eso
sí, fue acabar la serie y las dos saltaron del sofá y se pusieron a imitar las
patadas y golpes de las tres detectives, tan emocionadas estaban que se les
hizo chico el salón y decidieron irse a la calle a jugar a Los ángeles de
Charlie, que además ya era la hora de la fresca y llevaban toda la tarde
encerradas. Así, cogieron sus bolsos, sus pistolas y sus Nancys, o sea,
nosotras, y a la calle. Sí, has leído bien, sus pistolas. Estas niñas, que son
muy apañadas y concienzudas, se han hecho todo el kit de la perfecta detective
privado, y en sus bolsos llevan la credencial, o el carnet, como dicen ellas,
que es un cartoncito de esos ondulados que vienen dentro de la caja del jarabe
para la tos para que no se rompa la botella, y que ellas lo han recortado y le
han pintado como si tuviera su foto y han escrito sus nombres: Eva-Jill y
Elena-Sabrina, cada una con el nombre de su favorita; llevan también la cámara
de fotos para retratar a los sospechosos, solo que como es de juguete y queda
un poco ridículo cuando sale el muñequito ese con la lengua fuera, ellas hacen
como que le dan al botoncito pero no le dan de verdad, así es más digno; gafas
de sol y pañuelo de cabeza, para cuando tienen que disfrazarse, y pistolas, sí,
pistolas de agua ¡cargadas!
Nada
más salir identificaron rápidamente a los sospechosos y se pusieron a seguirlos
sigilosamente escondiéndose por entre los coches aparcados en la acera. Los
sospechosos eran dos, un señor de pelo blanco con guayabera azul clarito y una
señora gordita con el pelo cardado, que caminaba tomada del brazo del señor con
una mano y llevaba un abanico de flores en la otra con el que se abanicaba sin
parar porque todavía hacía calor. Mucha pinta de criminales no tenían, la
verdad. Caminaban muy relajados por la acera mientras, escondidas tras un
coche, la Elena les sacaba una foto para su posterior identificación y la Eva
les apuntaba con la pistola de agua cubriendo a la Elena, por si ellos se daban
cuenta y atacaban. Y sí, se dieron cuenta, porque como todavía era temprano no
había nadie más en la calle por lo que la persecución era muy evidente, y
también porque ellas los siguieron disfrazadas con el pañuelo y las gafas
caminando detrás de ellos, como tres pasos por detrás, después los pasaron
corriendo y los esperaron escondidas en la esquina asomando sus cabecitas con
lo que ellas creían que era disimulo, después, cuando ellos llegaron a la
esquina, salieron las dos corriendo y gritando y la Eva-Jill se estampó contra
una farola por correr mirando hacia atrás, que la farola sonó como la campana
de la catedral, se oyó en toda la calle el campanazo, momento en que los
sospechosos caminaron apresuradamente hacia ellas con cara de preocupación, yo
creo que era para ver si la Eva estaba bien o se había abierto la cabeza con el
farolazo, pero ellas se escaparon corriendo mientras gritaban “¡corre, que nos
pillan!”, y el matrimonio las miraba con cara de extrañeza. Una vez ellas
comprobaron que la Eva-Jill no estaba herida, retomaron su misión y empezaron a
caminar a la par de ellos por la acera de enfrente, sin dejar de mirarlos y de
sacarles fotos y apuntarles con la pistola. Como te digo, se dieron cuenta, y
ahora eran ellos los que no paraban de mirarlas a ellas y la señora las apuntaba
con el abanico mientras le hablaba a su marido. Y así hasta que llegaron al bar
de los Hermanos Campos y se sentaron a tomar algo y la Eva-Jill y la
Elena-Sabrina no pudieron seguir siguiéndolos, valga la redundancia. Intentaron
sentarse en la mesa de al lado y grabar la conversación con un micrófono en
forma de chapa de botella de Fanta que la Elena-Sabrina tenía en su bolso, pero
el camarero las echó y no las dejó ocupar una mesa porque no iban a consumir.
Los del bar Hermanos Campos son muy enrollados y siempre dejan que los niños
del barrio se sienten a jugar en las mesas de la terraza cuando no hay gente,
pero era la hora punta en que empezaban a llegar los clientes, así que no pudo
ser.
Se
fueron un poco cabizbajas, pero pronto encontraron nuevos sospechosos a los que
seguir, porque la calle empezó a llenarse de gente, y salieron más niños a
jugar y ya, como eran muchos, decidieron que mejor jugaban a Los hombres de
Harrelson, y aquello ya fue una locura y un griterío de persecuciones y
carreras para todos lados y chorritos de agua de sus pistolas volando de un
lado a otro, que acabaron todos empapados. Lo pasamos muy bien.
La
Eva ama a Jill, como yo, es su favorita y quiere dejarse el pelo crecer para
peinárselo como ella, aunque la Maribel la hace rabiar y le dice que su pelo es
muy fino y que nunca podrá moldeárselo así, que no se le va a quedar, que a
ella se le caerá lacio por la cara, fijo, y la Eva se deprime. A la Maribel la
que más le gusta es Kelly, que también tiene el pelo largo y es muy guapa, pero
un poco sosa e inexpresiva para mi gusto, no como la explosiva Jill.
Por
cierto que la Maribel dice que Jill no es detective privado, sino actriz, y que
en la vida real no se llama Jill, sino Farrah, Farrah Fawcett. Qué nombre tan
raro, ni sé como se pronuncia.
La
verdad me da igual, para mí siempre será Jill. Mi Jill.
Mi Angel favorito no era Jill, sino Kelly, pero entiendo que a una Nancy rubia le ipresionara Farrah, que era impresionante, para qué negarlo. Luego los Ángeles cinematográficos no les llegaron ni a los tacones, hay que reconocerlo :-)
ResponderEliminarBesos.
Las opiniones estaban muy divididas entre Jill y Kelly, eran siempre las dos favoritas, Sabrina no era tan guapa. Los cinematográficos nunca los vi, creo que mi subconsciente nunca los reconoció como Ángeles de Charly. Besos y gracias por tu comentario.
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